





Si solo buscas imágenes bonitas, yo no soy tu fotógrafa. Hacer fotos es fácil, contar historias es otra cosa: capturar el latido de un instante y convertirlo en un recuerdo imborrable.

Años después, en una tarde cualquiera, abres el álbum. Lo haces sin prisa, como quien sabe que está a punto de viajar en el tiempo. Pasas las páginas y ahí estás tú, con los ojos brillantes y el corazón a punto de salirse del pecho.






Si quieres sentir tu boda cada vez que mires una foto, entonces sí, soy la indicada.

Ahí está tu madre arreglándote el velo con manos temblorosas. Ahí está tu abuelo, sentado en la esquina, sonriendo con orgullo. No recordabas esa imagen. No viste ese instante. Pero ahí está. Y ahora lo sientes.




Bodas fotografiadas
con mimo
Eso significa que estoy contigo desde el primer mensaje hasta que tengas tu álbum en las manos. Que cuando la emoción te desborde, cuando necesites un respiro antes de entrar, cuando tu hermana no pueda abrochar los botones con las manos temblorosas, cuando alguien necesite un pañuelo sin pedirlo, yo estaré ahí. No solo con mi cámara, sino asegurándome de que todo fluya...